"Cuento 25 de Mayo"



Familias: Compartimos con ustedes un cuento, producido por la Dirección Provincial de Educación Inicial.
Es una propuesta para iniciar a los/as niños/as en el conocimiento de nuestra historia a través de un relato.


"Anochecer de un día agitado"


Hace muchos años, había una nena que se llamaba Eugenia. Vivía con sus papás, su hermano, sus tíos y sus primas en una casa muy grande. Y en esa casa tan grande vivían también muchos sirvientes que hacían todas las tareas de la casa. Una de ellas era Clementina, una negra muy gorda que cuidaba a Eugenia. Ella la quería más que a nadie y le decía Cleme. ¡Cómo le gustaba a Eugenia la comida que Cleme le preparaba! Y más que nada, ¡cómo le gustaban las historias que Cleme le contaba! Sobre todo cuando la hacía reír con sus cuentos y su forma de contarlos
Pero el día de esta historia, Eugenia no se reía. Estaba preocupada y un poco triste. Todo el día había visto que pasaban cosas raras. Su padres y su tío estaban nerviosos o enojados. Parecía que se peleaban. Eugenia no sabía muy bien. Pero nadie quería contarle qué estaba pasando y la sacaron del medio cuando se quiso acercar a preguntar. Por la calle había mucho barullo también pasaba gente gritando y hasta parecía que sonaban tiros. Eugenia se había puesto a llorar del susto. “¿Qué está pasando?” preguntaba. Cleme la llevó a la cocina, le dio un jarrito de mazamorra y le dijo:
-No llore más, Su Merced. Pórtese bien y quédese calladita. Que si se porta bien, ya después y en secreto le via a contar qué pasó.
 Por eso Eugenia  esperó con ansiedad que llegara la noche, para que Cleme, su negra querida, le contara qué estaba pasando.
Esa noche, mientras Eugenia se zambullía en las sábanas heladas de su cama, preguntó a Clementina:
- Clementina, contáme. ¿Por qué pelean todos hoy?
-Ay, niña Eugenia, que es muy tarde.
-Contáme, Clemetina. Me prometiste. Hasta que no me cuentes, no me voy a dormir.
-¡Mire que es caprichosa, mi niña! Le cuento rapidito y después se me duerme.
-Prometido.
-Pasa que hoy, después de una semana movida como un candombe, sacaron al virrey del gobierno y lo cambiaron por una Junta.
-¿Un virrey? ¿Qué es un virrey, Clementina?
-¡Ay niña! ¡Si cada cosa que sale de mi negra boca usté va a preguntar! Espere que ya vamo’ a llegar a esa parte. Le decía que hoy, 25 de mayo, cambió el gobierno. De tener gobernantes españoles pasamos a tener gobernantes de acá, nacidos en esta tierra, criollos, como se dice.
-¡Como yo!
-Como usté’, como su hermano, como su padre. Pero no como su madre ni como su tío Eusebio, que por ese lado de la familia son todos españoles.
-¿No me traerías un jarrito de mazamorra, Clementina? ¡Tengo un hambre!
-No, mi niña, ya comió demasiado! Ahorita que le termino de contar, le traigo un dulcecito pa’ engañar el estómago. Le decía, entonces, que hoy, 25 de mayo, los criollos se hicieron cargo del gobierno y dejaron afuera a los españoles. ¡Así que se imagina cómo están los españoles!
-¡Me imagino cómo está el tío Eusebio, que es español! ¿Y Papá? ¿Qué hizo Papá?
-¡Ahí está el asunto! El amo es uno de los que fue hoy al Cabildo, a votar pa’ que el virrey  se fuera. Y el tío Eusebio, a votar pa’ que se quedara. Y ganaron los que lo querían sacar. Cuando volvieron a la casa, pa’ el amo era un día de fiesta y pa’ el otro, un velorio. Y ahora, a la noche, la Junta de Gobierno dio orden de prender toditos lo’ farole’ del Cabildo y de la ciudad. ¡Pa’ que se note la fiesta! ¿Entiende, mi niña? Así que mandaron encender todas las velas. Pero como llueve y se apagan los candiles, dijeron que había que prender las velas de todas las casas y que abran los postigones pa’ que la luz de adentro ilumine las calles.
-¿Y el tío Eusebio aceptó?
-No, qué va a aceptar. ¡Ahí se armó! Al amo meta abrir las ventanas y su tío meta cerrarlas. Y así están peleando: uno que abre y el otro que cierra. Su tío Eusebio que dice “Gastar en velas porque unos atropellados sacaron de su puesto al virrey” “¿Quién va a pagar todo lo que estuvieron gastando esta semana, eh?” Y grita como un loco.
-¿Y mi Papá qué dice?
-El amo no aguantó más y hace un rato le pegó un trompis al tío Eusebio. Y siguieron peleando hasta que le partió un paraguas por la cabeza al tío Eusebio.
-¡¿En serio?!
-¡Que me caiga muerta ahorita mismo si le miento! Y no tiene que decir que le anduve contando. Tiene que ser un secreto.
-¿Por?
-Porque no son cosas que tienen que saber los chicos. Y que si le cuento es porque le prometí para que no siguiera llorando.
-¡Contame más cosas, Clementina!
-A estas horas, esta negra vieja lo que precisa es un buen descanso. Y usté’ también, mi niña.
-¡Una, una solita!
 -Ni media. Si se me está cayendo de sueño. Ademá’por estar contando estas cosas, todavía no acosté al angelito de su hermano. ¡Diga que es un santo el pobrecito! ¡Ande, a dormir se ha dicho!
-Está bien, pero otro día me contás, ¿sí?


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